En el laberinto de seda
En el laberinto de seda es penumbra siempre. Allí no se puede escuchar el rumor del mar que nos transmite la caracola. Allí no hay dolor ni mal, aunque tampoco se ve el sol al ser engullido al atardecer. En el laberinto de seda hay alguien que quisiera ser lo que no es pero jamás querrá tener alas, pués en el laberinto de seda el tiempo se ha detenido.
Antonio Jesús Gutiérrez